miércoles, 8 de abril de 2009
La obra maestra
El mono cogió un tronco de árbol, lo subió hasta el más alto pico de una sierra, lo dejó allí, y, cuando bajó al llano, explicó a los demás animales:
—¿Ven aquello que está allá? ¡Es una estatua, una obra maestra! La hice yo.
Y los animales, mirando aquello que veían allá en lo alto, sin distinguir bien qué fuere, comenzaron a repetir que aquello era una obra maestra. Y todos admiraron al mono como a un gran artista. Todos menos el cóndor, porque él era el único que podía volar hasta el pico de la sierra y ver que aquello sólo era un viejo tronco de árbol. Dijo a muchos animales lo que había visto, pero ninguno creyó al cóndor, porque es natural en el ser que camina no creer al que vuela.
.
Álvaro Yunque (Argentina, 1889-1982)
Puro Cuento, Nº 16, mayo-junio de 1989, pág. 25.
—¿Ven aquello que está allá? ¡Es una estatua, una obra maestra! La hice yo.
Y los animales, mirando aquello que veían allá en lo alto, sin distinguir bien qué fuere, comenzaron a repetir que aquello era una obra maestra. Y todos admiraron al mono como a un gran artista. Todos menos el cóndor, porque él era el único que podía volar hasta el pico de la sierra y ver que aquello sólo era un viejo tronco de árbol. Dijo a muchos animales lo que había visto, pero ninguno creyó al cóndor, porque es natural en el ser que camina no creer al que vuela.
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Álvaro Yunque (Argentina, 1889-1982)
Puro Cuento, Nº 16, mayo-junio de 1989, pág. 25.
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Este microrrelato me recuerda a éste otro:
ResponderEliminarUn hombre a quien se consideraba muerto fue llevado por sus amigos para ser enterrado. Cuando el féretro estaba a punto de ser introducido en la tumba, el hombre revivió inopinadamente y comenzó a golpear la tapa del féretro. Abrieron el féretro y el hombre se incorporó.
-¿Qué están haciendo?, -dijo a los sorprendidos asistentes-. Estoy vivo. No he muerto.
Sus palabras fueron acogidas con asombrado silencio. Al fin, uno de los deudos acertó a hablar:
-Amigo, tanto los médicos como los sacerdotes han certificado que habías muerto. ¿Y cómo van a haberse equivocado los expertos?
Así pues, volvieron a atornillar la tapa del féretro y lo enterraron debidamente.
¡Saludos!
¡Ni más, ni menos!
ResponderEliminarme encantó tu aportación-comentario. Y desde aqui te invito a que compartas en este espacio uno de tus relatos, para mi sería un gustazo. Si te decides este es mi correo: bruja.curandera@gmail.com
gracias Martikka
abrazo de Ro.