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viernes, 22 de mayo de 2009

Astrid Paola

L' escalier


Desde el primer escalón supe que no bajaría vivo.

La mancha crece en mi pecho.

Huir, quedarse o permanecer, la eterna pregunta se hace más confusa cuando todos los pensamientos se agolpan como bandada de pájaros escapando al viento, y sólo queda escuchar el eco de la respiración disminuyendo mientras los minutos aumentan, hieren como agujas de reloj puntiagudas que se clavan en la piel.

Cierro los ojos y como en una epifanía me descubro al inicio de una escalera, mis pasos resuenan en la oscuridad del cielo. Mi pecho aún tiene la rosa roja dibujada con mi sangre. El olor a jazmines se prende de mis sentidos.

Cada escalón me llevaba más lejos. Me acerca a la luz y me aleja del suelo. Subiendo veo los más extraños paisajes, pinturas surrealistas que me envuelven y confunden mi vista.

Mientras asciendo la espiral, llega la noche y se despide el día, caen estrellas y cometas, Leonidas se desprenden y caen como pesadas rocas en llamas, tan cerca que si estiro la mano atraparé una, pero no me suelto, me da miedo trastabillar en algún escalón y caer irremediablemente hasta estamparme en el concreto.

En cada escalón me siento más ligero, cada paso me pesa menos, como si me aligerara el alma, como si trozos de ella se desprendieran.

De pronto empiezo a sentirme cansado, mis pies pesan como si las escaleras fueran fango que se pega a ellos. Arrastro más y más lodo, haciendo mis pasos más pesados; entonces el paisaje cambia, tonos sepias me remiten a recuerdos olvidados, tristes. Siento cómo el cuerpo me hormiguea, puedo ver miles de insectos escarbar en mi piel, entrando y saliendo, hurgando y comiendo.

Subo, casi por inercia, sacudiendo brazos y piernas, para liberarme de la carga que me hace más pesado el ascenso.

Veo pedazos de mi piel desprenderse y el hueco ser invadido de inmediato por insectos carroñeros. La repugnancia me revuelve el estómago y me doblo de asco para vomitar, pero no dejo de caminar. Como si supiera que detener el paso es peor que aquel enjambre sobre mí. Estoy extenuado.

Veo una sombra escalones arriba, sigo moviendo mis pies con la esperanza de encontrar a alguien que me indique la salida. La sombra me alcanza, es un espectro descarnado que cubre sus huesos con una gastada túnica. ¡Ayúdame! –grito. Pero no responde. Señala hacia arriba y escucho una voz que no parece provenir de ella.

– Esta escalera no tiene fin, el primer peldaño es el último.

-¿Qué debo hacer, entonces? pregunté desesperado

-Arriba te espera la muerte, abajo te espera el infierno. Si quieres bajar, sólo debes saltar, si quieres subir, sólo deja de caminar. No importa que escojas, de las dos maneras, en las dos orillas te esperan las reacciones a tus actos.

Ante mi horror, se disolvió en la espesura del paisaje.

Han pasado años, perdí la noción del tiempo hace mucho, la luz se desvaneció hace tanto. Y yo, sigo subiendo con mi carga a cuestas.

Arderé en la noche sin fin, consumido por los insectos que no terminan de devorarme. El miedo me impide saltar o detenerme. En agonía, así hasta redimir el último de mis pecados, seguiré caminando como película que se rebobina una y otra y otra vez, infinitamente.


3 comentarios:

  1. Descarnado e impactante. ¡Un diez!

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  2. ash, tengo que picarle rapidito para que no me cierre la pag, mèndigo explorer!

    Muchas gracias a Martika por el comentario, me alegra que fuera de su agrado, aunque luego dicen que a mis cuentos no les entienden, je. Y por supuesto, muchas gracias Ro! por darme espacio en tu blog, y ni màs ni menos que con puro grandote!y yo una tachuela, ja.

    Besos Ro!

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  3. Muy romántico. Deliciosas las imágenes que recrea. Es como un pan traído del siglo XIX. Muerto en vida.

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Bruja Curandera

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"Aún una vida feliz no es factible sin una medida de oscuridad, y la palabra felicidad perdería su sentido si no estuviera balanceada con la tristeza. Es mucho mejor tomar las cosas como vienen, con paciencia y ecuanimidad"

〜※Carl Jung※〜