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sábado, 11 de junio de 2011

Teoría de la prosa - B. Eichembaum -IV


La primera etapa del cuento norteamericano la cumplen Irving, Edgar Poe, Bret Harte, Henry James, etc.: el cuento cambia de construcción, pero se mantiene siempre como género “culto”, serio. Por este motivo la aparición de los divertidos relatos de Mark Twain en los años ochenta es completamente natural y legítima: aproximan el cuento a la anécdota y refuerzan el papel del narrador humorista. A veces el propio autor muestra este parentesco con la anécdota; por ejemplo en About Magnanimous-Incident Literature, M. Twain dice: “Durante toda mi vida he conservado la costumbre, adquirida en mi tierna infancia, de leer anécdotas. Yo deseaba que esas encantadoras anécdotas no se detuvieran en su final feliz, sino que continuaran la alegre historia de los diferentes benefactores y sus protegidos. Esta posibilidad me tentaba de tal modo que finalmente decidí realizarla creando yo mismo las prolongaciones de estas anécdotas”. De esta forma, presenta continuaciones (sequel) de tres anécdotas. La novela pasa a segundo plano y continúa su existencia fundamentalmente bajo la forma de novela policial; se instaura la moda de las imitaciones. En Bret Harte, al lado de sus novelas fracasadas, se encuentra una serie de imitaciones de novelas de otros autores; se trata de esbozos condensados (Condensed novels) que ilustran el estilo de diferentes escritores: Cooper, Miss Braddon, Dumas, Brontë, Hugo, Bulwer, Dickens, etc. No es por azar que Edgar Poe ataca la novela; el principio de la unidad de construcción en el que se apoya, desacredita la forma de grandes dimensiones donde se encuentran inevitablemente muchos centros de interés, líneas paralelas, descripciones, etc. En ese sentido, el artículo crítico de Poe sobre la novela de Dickens Barnabay Rudge, es muy significativo. Entre otras cosas, Poe reprocha a Dickens las contradicciones y los errores técnicos de la novela y encuentra la causa en “la absurda costumbre actual que consiste en escribir novelas para los periódicos, y que hace que el autor no sepa aún todos los detalles del plan cuando comienza la publicación de su novela”. Aparecen paralelamente novelas que tienden visiblemente hacia el cuento: tienen una cantidad limitada de personajes, un misterio como efecto central, etc. Este es el caso de la novela de Hawthorne, La letra escarlata, que los teóricos e historiadores de la literatura americana citan constantemente como ejemplo de construcción notable. Esta novela no tiene nada más que tres personajes ligados entre ellos por un secreto que se descubre en el último capitulo (Revelation); no hay intrigas paralelas, ni digresión, ni episodio marginal: estamos frente a una unidad total de tiempo, lugar y acción. Se trata de un fenómeno radicalmente diferente al de las novelas de Balzac o de Dickens que no encuentran su origen en el cuento sino en los estudios de costumbres o en los estudios llamados fisiológicos. La literatura norteamericana se caracteriza por el desarrollo del cuento, fundado en los siguientes principios: unidad de construcción, efecto principal hacia la mitad del relato y fuerte acento final. Hasta los años ochenta esta forma varía, acercándose o alejándose del reportaje, pero manteniendo siempre su carácter serio: moralizador o sentimental, psicológico o filosófico. A partir de esta época (Mark Twain), el cuento norteamericano da un gran paso en el sentido de la anécdota, subrayando el papel del narrador humorista o bien introduciendo elementos de imitación y de ironía literaria. Inclusive la sorpresa final está sometida al juego de la intriga y expectativa del lector. Los procedimientos de construcción son revelados intencionalmente y no tienen más que una significación formal; la motivación se simplifica, el análisis psicológico desaparece. En esta época aparecen los cuentos de O. Henry donde se manifiesta en su más alto grado la tendencia anecdótica.

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"Aún una vida feliz no es factible sin una medida de oscuridad, y la palabra felicidad perdería su sentido si no estuviera balanceada con la tristeza. Es mucho mejor tomar las cosas como vienen, con paciencia y ecuanimidad"

〜※Carl Jung※〜