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jueves, 26 de enero de 2012

Escribir Cuento de Terror 3


El tratamiento del punto de vista
Joan Escudé González

Los autores tienen a su disposición un gran número de recursos y uno de ellos es la posibilidad de explicar una misma historia desde diferentes puntos de vista, de modo que, según la impresión o sentimiento que quiere transmitir, el escritor tiene la posibilidad de elegir uno u otro.

El narrador es la persona a través de la cual conocemos el relato, es decir, la persona que nos refiere los hechos de los que se constituye el argumento de la historia que narra el cuento.

La función que el narrador cumple en los relatos fantásticos es, en algunos casos, la misma que tenía antaño el narrador de carne y hueso que se disponía a hacer pasar una velada agradable a su auditorio, ávido de escuchar sucesos que estimularan su imaginación y le produjeran un ligero escalofrío. De igual manera, el lector puede identificarse, como receptor del cuento y, sobre todo, a través de la actitud de ciertos personajes, con los antiguos oyentes que adoptaban parecido talante escéptico al principio, para dejarse convencer sin remedio ante la evidencia con que se presentaban los acontecimientos.

Punto de vista externo. Narrador testimonial.

En muchas ocasiones, el relato que constituye la verdadera acción del cuento se encuentra introducido por unos relatos preliminares que nos explican el origen de la historia y que son narrados por personajes ajenos a la acción, que la han conocido de forma indirecta mediante las explicaciones de personas que sí las vivieron o mediante los escritos que éstas dejaron en vida contando toda la historia.

En este caso, hay ocasiones en que la tercera persona de los relatos preliminares, que no sólo nos informa del temperamento y costumbres del personaje principal, sino que nos permite conocer de cerca la reacción de los demás personajes ante los extraordinarios sucesos, se combina con la primera persona de los dietarios a las epístolas, que nos proporciona el punto de vista del protagonista, héroe o víctima de los acontecimientos que entreteje el argumento. Este tipo de estructura del punto de vista se ve claramente en numerosos cuentos de M. R. James, tales como "El conde Magnus" o "El número 13" donde conocidos o parientes de los verdaderos protagonistas nos introducen en la acción que compone el centro del relato, acontecida tiempo atrás. Generalmente, estos personajes que nos acompañan en el inicio del cuento, se presentan formalmente, notamos que son hombres cultos y dignos de confianza que tan solo remiten una historia que les ha sido dada. Lo que hacen estos respetables guías es prepararnos para un mayor impacto en nuestra realidad. Despiertan nuestras simpatías y nos disponemos a seguir su narración a donde quiera que nos lleve, aunque sea a cualquier universo fantástico desconocido.

Punto de vista externo. Narrador omnisciente.

Es frecuente también la utilización del punto de vista omnisciente que da plena libertad al narrador para contar la historia sin sujetarse a las limitaciones que comporta narrar tan sólo lo vivido directamente. En estos casos, el narrador construye el relato creando la atmósfera apropiada con plena autoridad, aportando datos desconocidos por los personajes.

Cuentos ilustrativos de esta perspectiva narrativa son muchos de los escritos por H. P. Lovecraft, quien además de crear narradores para la historia también hacía que se dirigiesen al propio lector mediante reflexiones filosóficas o morales. "En la cripta"1, cuento al que pertenece el fragmento siguiente, es un ejemplo muy adecuado. Este fragmento es el que abre la narración, e ilustra claramente cómo el narrador omnisciente se dirige al lector en su actitud de conocedor elevado de todo:

No hay nada más absurdo, a mi juicio, que la convencional asociación de lo sencillo y lo saludable que parece impregnar la psicología de las multitudes. Mencione usted, por ejemplo, un bucólico escenario yanqui, un desmañado y corpulento empresario de una funeraria de pueblo y un lamentable percance relacionado con una tumba, y a ningún lector corriente se le ocurrirá esperar otra cosa que un sabroso, aunque grotesco, acto de comedia. Y, sin embargo, Dios sabe bien que la prosaica historia que la muerte de George Birch me autoriza a contar, tiene ciertos aspectos al lado de los cuales empalidecen nuestras más dramáticas tragedias.

A continuación de esta introducción, el narrador externo que conoce todos los hechos aunque se han mantenido en secreto al resto del público, nos cuenta toda la historia y sus consecuencias.

Otros ejemplos de este tipo de punto de vista los podemos encontrar en "La luz interior", de Arthur Machen y "El maleficio de las runas", de M. R. James.

Punto de vista interno. Narrador protagonista.

Una de las formas más directas para reproducir un ambiente que transmita las emociones deseadas se consigue mediante un narrador protagonista de los hechos, que relata en primera persona. Al identificarse las funciones de narrador y protagonista, la historia resulta creíble para el lector, que no desconfía de la veracidad de los acontecimientos contados por quien los ha vivido. El narrador, por otra parte, es a veces un personaje nervioso y excitable, dominado por obsesiones que le acechan constantemente y le obligan a cometer las más terribles acciones. Son característicos estos narradores de las obras de autores como Edgar Allan Poe o Guy de Maupassant. De hecho, la obra "El corazón delator"2, de la que está extraído el fragmento que nos presenta la historia, es el ejemplo perfecto para este caso:

¡Es verdad! Soy muy nervioso, horrorosamente nervioso, siempre lo fui, pero, ¿por qué pretendéis que esté loco? La enfermedad ha aguzado mis sentidos, sin destruirlos ni embotarlos. Tenía el oído muy fino; ninguno le igualaba; he escuchado todas las cosas del cielo y de la tierra, y no pocas del infierno. ¿Cómo he de estar loco? ¡Atención! Ahora veréis con qué sano juicio y con qué calma puedo referiros toda la historia.

En otras ocasiones, se trata de un personaje serio y poco imaginativo, escéptico por naturaleza, de tal manera que el lector se identifica con él y se deja guiar, confiado, a través de las vicisitudes que la historia le propone. A veces, este tipo de personaje narrador se presenta en una situación extrema, y empieza dirigiéndose al lector, diciendo normalmente que no espera ser creído y que sólo relata su aventura para prevenir a futuras víctimas o para que quede constancia de los motivos de su muerte. El hecho de que no nos presione, de que no nos obligue a creer, nos predispone a creer, sin embargo, todo lo que nos diga. Por ejemplo:

Escribo esta historia, no con la esperanza de que sea creída, sino para prepararle, en la medida de lo posible, una escapatoria a la próxima víctima. Tal vez ésta pueda beneficiarse de mi infortunio. Me llamo Edward George Eden. Nací en Trentham, en Staffordshire, pues mi padre era un empleado de los jardines de aquella ciudad. Perdí a mi madre cuando tenía tres años y a mi padre cuando tenía cinco; mi tío George Eden me adoptó entonces como hijo suyo. Era soltero, autodidacta y muy conocido en Birmingham como periodista emprendedor; él me educó generosamente y estimuló mi ambición de triunfar en el mundo y, a su muerte, que acaeció hace cuatro años, me dejó toda su fortuna, que ascendía a unas quinientas libras después de pagar todos los gastos pertinentes. Yo tenía entonces dieciocho años. En su testamento me aconsejaba que invirtiera el dinero en completar mi educación. Yo ya había elegido la carrera de medicina y, gracias a su generosidad y a mi buena estrella al serme concedida una beca, me convertí en estudiante de medicina en la Universidad de Londres. Cuando comienza mi relato, me alojaba en el 110 de la University Street, en una pequeña buhardilla, de mobiliario muy zarrapastroso y muy expuesta a las corrientes, que daba a la parte posterior del local de Schoolbred. En este cuartito vivía y dormía, pues deseaba aprovechar los recursos de que disponía hasta el último chelín.

Este es el fragmento inicial del cuento de H. G. Wells "La historia del difunto señor Elvesham"3. Podemos observar que el cuento empieza precisamente con este tipo de advertencia anteriormente explicada; además, el joven protagonista, un estudiante aventajado que goza de perfecta salud y vive con ciertas dificultades económicas, despierta de inmediato las simpatías del lector y permiten su reconocimiento. La naturalidad con que se desarrollan los hechos y la precisión de fechas y lugares con que ilustra la historia, son ingredientes perfectos para que el lector se deje guiar por ese meticuloso narrador y confíe en él plenamente. Ya puede empezar lo inaudito. Estamos dispuestos a vivir la suerte del protagonista.


lunes, 16 de enero de 2012

sábado, 14 de enero de 2012

Escribir cuento de terror I



Los cuentos clásicos de terror
Joan Escudé González
(Primera de siete entregas)

El presente trabajo estaría incompleto sin la realización de un estudio comparativo de los diferentes tipos de relatos que permiten establecer una sistematización de temas, recursos, estructuras, etc. que configuran el género de los cuentos fantásticos y de terror.

En este apartado, se trabajarán detalladamente diversos aspectos observados y extrapolados a partir de todas las lecturas. Los distintos temas que se tratarán son los siguientes:

- La evolución del género a lo largo de la historia
- Las diferencias entre la literatura fantástica y la literatura de terror
- El punto de vista
- El recurso del lector
- Los temas
- La atmósfera
- El lenguaje y el vocabulario
- Conclusión final

La evolución de los recursos y los tratamientos a lo largo del tiempo

Una primera sistematización sería la de las diferencias significativas causadas por la evolución a través del tiempo en los temas, el tratamiento y la exposición de los argumentos en cada uno de los períodos históricos en que el desarrollo de la literatura del género ha sido significativo.

Cuentos anteriores al siglo XIX

Las primeras manifestaciones del relato de terror se centran en ambientes y recursos inspirados en la Edad Media. Muertos que despiertan de su tumba, tentaciones del diablo, las torturas de la Santa Inquisición, etc. son los temas más tratados en este tipo de narraciones. Encontramos su ejemplo más claro en las historias de temática fantástica del "Manuscrito encontrado en Zaragoza" del Conde polaco Jan Potocki y en algunos cuentos de Poe.

El siglo XVIII es una época dominada por la revolución científica, y muchos de los cuentos se centran en vertientes desconocidas de la recién descubierta física moderna. Los cuentos de Hoffmann representan claramente estas influencias al estar un gran número de ellos dedicado a desarrollar temas acerca el hipnotismo, el magnetismo y los avances mecánicos, en especial los que permiten construir autómatas, elemento que nos permite introducirnos en otro de los temas recurrentes en la literatura de esta época y también de posteriores, el tema del doble también es un recurso muy utilizado por el autor alemán.

El siglo XIX

En este período, el más prolífico en cuanto a obra breve fantástica y de terror, podemos hacer distinción entre tres tipos de obras diferenciadas:

-En primer lugar, las narraciones de Edgar Allan Poe, que merecen una clasificación para sí solas debido a su excepcionalidad por lo referente a temas tratados, recursos utilizados y calidad de las obras. Poe, aún muy influenciado por el romanticismo, tiene cuentos en que se narran relaciones amorosas con cierto aspecto tormentoso e incluso terrorífico, pero sus más característicos trabajos son aquellos que desarrollan temas tan grotescos que no volverán a ser tratados con tal intensidad hasta el terror materialista de Lovecraft y demás autores afines. Cuentos que se centran en la parte morbosa de la muerte, la corrupción, la putrefacción y relatos que desarrollan sus argumentos de una forma extremadamente atroz sitúan a Poe fuera de la corriente principal de este siglo.

-La corriente más desarrollada y popular durante este período es, sin duda, la ghost story inglesa. Estas narraciones tienen como elemento terrorífico principal la presencia de un fantasma. Son relatos derivados de la novela gótica y conservan su ambiente cerrado y oscuro. La historia de fantasmas es el subgénero más popular de las narraciones fantásticas, pero en muchos casos también el de menos calidad literaria y el de menos originalidad argumental. Los autores más importantes de este subgénero, que consiguieron llevarlo hasta las cimas del éxito, fueron J. Sheridan Le Fanu y M. R. James, entre otros.

-La otra corriente totalmente distinta de las otras dos es la representada por los cuentos de Maupassant. Cuentos centrados en el hombre, y en sus miedos y obsesiones. La demencia del autor francés le dio la capacidad de sumergirse en la debilidad de la mente humana, la fragilidad de la racionalidad y las consecuencias de su pérdida. Por otro lado, Maupassant también creó algunas narraciones fantásticas, pero siempre centradas en elementos humanos.

Finales del siglo XIX y primera mitad del siglo XX

Los inicios del siglo pasado vieron nacer dos ramas de la literatura fantástica y de terror cultivada hasta ese momento:

-El terror llevado a su máxima expresión, sin ningún tipo de intento de explicación lógica ni sobrenatural, dio paso al relato materialista de terror, narraciones centradas en especies de universos desconocidos y oscuros donde el mal en su estado puro hacía terribles intervenciones en el mundo de los hombres para extender su dominio y apoderarse de todo. Estos relatos, iniciados por Machen y llevados a la perfección por Lovecraft, crean extraños monstruos que viven en las inhóspitas profundidades del mundo de los hombres y que ejercen poderes malignos mediante brujas y otros personajes demoníacos que corrompen a los hombres.

-El desarrollo contrario, es decir, la fantasía llevada a su máxima expresión, sin ningún tipo de finalidad terrorífica, dio lugar a la literatura de fantasía y de ciencia ficción, iniciada por Verne años antes y que fue desarrollada por H. G. Wells y más tarde por J. R. R. Tolkien. Este tipo de literatura se centra en viajes fantásticos, fenómenos increíbles y puede llegar a crear un mundo fantástico habitado por extraños seres distintos de los hombres.

Conclusiones

Hemos podido observar una clara evolución de los relatos que han gozado de más popularidad a través de las épocas. Al principio, la tradición blanca alemana ejercía su hegemonía de estilo y calidad, pero sus características extremadamente románticas favorecieron el éxito de la evolución de la tradición negra inglesa, la ghost story fue un relato enormemente aceptado por la sociedad victoriana repleta de azarosos burgueses y aristócratas que encontraban en las historias de terror una divertida distracción para sus largas veladas de sociedad.

Poe no tuvo un gran éxito con sus narraciones extraordinarias en su tiempo, su gran talento fue reconocido posteriormente por Baudelaire y por las generaciones venideras. En realidad es una lástima, ya que, es posible que si su obra hubiera encontrado la justa retribución a su talento, Poe hubiera tenido una vida menos miserable, hubiera vivido más años y hubiera podido deleitarnos con muchas más creaciones.

Maupassant tuvo un éxito considerable entre el público francés, pero su proyección internacional fue mucho menor. Su literatura refinada y sus cuentos basados en personajes psicológicamente trabajados, al contrario que en los relatos ingleses, presentan una alternativa bastante radical a cualquiera de la otras manifestaciones literarias del momento.

El tiempo provocó un desarrollo hacia los extremos, separándose la literatura fantástica y de terror en dos géneros distintos que se centraban en determinados aspectos de la obra para dejar a otros en el olvido o la indiferencia. Los relatos de Lovecraft, aunque no tuvieron tampoco un gran éxito en su momento, respondieron a las demandas de una literatura de terror con elementos propios de la modernización del género y por eso nacieron todos esos monstruos demoníacos. Por otro lado, la literatura de fantasía se creó para dar a los hombres lo que la ciencia no podía permitir. De ese modo, sueños de los humanos como volar, viajar en el tiempo, viajar a la luna o conocer los recónditos recovecos de nuestro planeta fueron una realidad en la ficción. También es interesante la creación de mundos alternativos por autores como Tolkien o Le Guin, por citar dos de los más importantes, que puede obedecer a la creencia de la existencia de seres desconocidos en nuestro mundo o a las ansias de crear un mundo mejor.


domingo, 8 de enero de 2012

sábado, 7 de enero de 2012

5 cosas de las que te arrepentirás antes de morir - Bronnie Ware


Fuente: Internet
Con la edad, los humanos adquieren una sabiduría que les habría sido más útil en los años de juventud y primera madurez. Es la ley de la vida. Experiencia en carne propia es medicina de los tontos, dice el refrán. De modo que el servicio que brinda Bronnie Ware al compartir sus observaciones sería tal vez el de ahorrarles a muchas personas la frustración de comprender y valorar ciertas cosas cuando ya es demasiado tarde para enmendar los errores y llenar las omisiones de una vida.


Bronnie Ware es una escritora australiana que trabajó por muchos años en cuidados paliativos, es decir, asistiendo a enfermos deshauciados a los cuales se trata sólo con el fin de aliviarles el dolor en el tiempo que les queda por vivir.

A partir de su experiencia, escribió un artículo que más tarde se convirtió en libro, Los 5 principales remordimientos de los moribundos (The Top Five Regrets of the Dying). Lo llamativo es que, al igual que las personas que han pasado por experiencias cercanas a la muerte -paros cardíacos, coma- y describen las mismas visiones y sensaciones, también los enfermos terminales experimentan los mismos sentimientos frente a la inminencia del final.

"La gente crece mucho cuando se enfrenta a su propia mortalidad, dice Ware. Aprendí a no subestimar la capacidad de nadie para crecer. Algunos cambios fueron fenomenales. Cada uno experimenta una variedad de emociones, como es de suponer, negación, miedo, enojo, remordimiento, más negación y eventualmente aceptación. Cada paciente individual encontró su paz antes de partir".

A sus pacientes, todas personas enviadas a sus casas para morir en un entorno amigable, ella les preguntó acerca de las cosas que hubieran hecho de modo diferente en sus vidas y "una y otra vez surgieron temas comunes", explica.

Ella enunció de este modo en su libro los cinco más frecuentes:

1) Ojala hubiese tenido el coraje para vivir una vida auténtica por mí mismo, no la vida que otros esperaban de mí.

Es el auto reproche que más ha escuchado Bronnie Ware. "Cuando la gente se da cuenta de que su vida está casi terminada y mira hacia atrás con lucidez, es fácil ver cuántos sueños quedaron truncados. La mayoría no ha realizado ni siquiera la mitad de ellos y debe morir sabiendo que se debe a las elecciones que ha hecho o que no ha hecho".

2) Ojala no hubiese trabajado tanto

Es un remordimiento masculino por excelencia. "Todos los hombres que atendí lamentaron profundamente haber empleado la mayor parte de sus vidas en la rutina laboral, dice Ware. Se perdieron la niñez de sus hijos y la compañía de sus esposas".

3) Me hubiese gustado tener el coraje para expresar mis sentimientos

"Mucha gente reprime sus sentimientos para mantenerse en paz con los demás. Como resultado de esto, se instalan en una existencia mediocre y nunca llegan a convertirse en lo que verdaderamente son capaces de ser. Muchos desarrollan enfermedades relacionadas con la amargura y el resentimiento que arrastran por este motivo", explica Bronnie Ware.

4) Lamento no haberme mantenido en contacto con mis amigos

Frecuentemente se valora las amistades no suficientemente cultivadas cuando se toma conciencia de que ya no habrá tiempo de hacerlo. Como lo explica Ware en su libro, "muchos han quedado tan atrapados en sus propias vidas que han dejado amistades de oro perderse a tavés de los años". "Vi un muy profundo remordimiento por no haber brindado a esas amistades el tiempo y el esfuerzo que merecían. Todos extrañan a aus amigos cuando se están muriendo", explica.

5) Desearía haberme permitido ser más feliz

De la observación de sus pacientes, la autora saca esta conclusión: "Muchos no se dan cuenta hasta el final de que la felicidad es una elección, dice Ware. Se han quedado trabados en viejos patrones y hábitos. (...) El miedo al cambio los ha llevado a fingir ante los demás, y ante sí mismos, que eran felices. Cuando en su interior ansiaban poder reírse con ganas y tomarse la vida con humor".

Mi comentario
Por mi parte y a manera de inspiración con tonos prácticos, me permito parangonar la muerte física con la ‘muerte psicológica’, que sería aquella que nos impulsa a dar fin, a terminar con creencias, costumbres, pensamientos, recuerdos, patrones de conducta, etc., que han sido el detonante a episodios que hoy por hoy se han tornado en perniciosos, y que queremos desechar. Cuántos propósitos nos confeccionamos para el 2012, seguramente queremos aligerar el equipaje, bien tal vez esto nos ayude a entender y ponernos ¡manos a la obra!









domingo, 1 de enero de 2012

El primer día del nuevo año.

El primer día del nuevo año.
Llenemos este año de manchas.
Manchas de carmín de los besos dados.
Manchas de tinta de los versos escritos.
Manchas de chocolate jugando con nuestros niños.
Manchas de máscara de ojos emborronados con lágrimas de risa.
Manchas de barro por intentar construir un mundo un poquito mejor.
Manchas de sangre, si es preciso, por entregarnos siempre a corazón abierto.

Amelia Díaz Benlliure




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Bruja Curandera

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"Aún una vida feliz no es factible sin una medida de oscuridad, y la palabra felicidad perdería su sentido si no estuviera balanceada con la tristeza. Es mucho mejor tomar las cosas como vienen, con paciencia y ecuanimidad"

〜※Carl Jung※〜