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domingo, 1 de febrero de 2009

Peligro: recaída


Me jode la vida estar así. Odio escuchar de fondo que no estás bien, que sólo te apetece llorar, y tener que asumir que no tengo renovada la licencia para preguntar. Y no me jode por todo lo que te quiera o te deje de querer. Me jode porque así no soy yo. Si no te pregunto, no soy yo. Si no me preocupo, no soy yo. Si me guardo las maneras de intentar sacarte una sonrisa, no soy yo. Si me callo hasta callada, no soy yo. Si borro los mensajes que te escribo sin haberlos mandado, no soy yo. Si freno los dedos cuando van a buscarte en la guía del teléfono y les hago subir o bajar un peldaño en los contactos para evitarte, no soy yo. Si desvío la mirada y la centro en cualquier otra cosa, haciendo auténticos esfuerzos por que me importe más que tú, no soy yo. Si escucho canciones y veo películas que sé que te gustarían y no te las grabo, no soy yo. No soy yo; no soy esa que antes sí que era y me dejabas ser... y te gustaba que fuese. Te encantaba que fuese, reconócelo. No soy yo; no soy esa que el resto del mundo conoce y que para ti hace tiempo que es una completa desconocida. ¿Tanto como cuando nos conocimos?
Me jode la vida estar así. Me jode la vida incluso sabiendo, intuyendo, que posiblemente no estés bien por alguien que no soy yo. Incluso siendo plenamente consciente de que los dos minutos de la canción que a mí me pertenecerían serían esos en los que tratas de olvidar todos los momentos que pasamos, y que los otros dos, los que parecen una eternidad sin rozar unas manos, son de alguien contra quien no tengo recursos que emplear. Excepto, quizás, el recuerdo. Me jode porque desde que te conozco, lo que más me ha importado en el mundo ha sido verte como eres tú. Y ahora no eres tú. Así no eres tú. No, al menos, conmigo.
¿Sabes? Últimamente me arrepiento de forma intermitente de muchas cosas. Tengo recaídas y caigo y recaigo en el pasado. Es peligroso. Me da por pensar que si tuviese un botón de rebobinar pegado en la frente, le daría la espalda a todo lo que te dije. Me pregunto en qué punto estaríamos entonces ahora. La ignorancia debió haberme seducido mejor; seguramente habría caído en su trampa. Ahora lo haría... creo... o quizás no... no soy tan fácil. Bueno, contigo soy tremendamente fácil. Lo reconozco. Me lo pusiste así desde los primeros momentos.
“Vértigo a enfrentarme a un papel en blanco y que mi cabeza se quede del mismo color. Vértigo a que las palabras se atropellen en mi cabeza sin que sea capaz de ordenarlas. Vértigo a que me obligues a escribir en un autobús de vuelta de la trabajada victoria. Vértigo a las curvas y el abismo de un viaje por la memoria. Una memoria que me transporta a los meses de verano y hace que se dibuje en mi boca una sonrisa de complicidad eterna... Y vértigo a que mi ángel deje de velar por mis sueños”.
No te extrañes; a veces yo me lío y tú escribes mejor las cosas que yo. Mucho más claras. Sí, ya lo sé, puede que hayan pasado dos años, pero es justo ese sentimiento. Ahora la que tiene vértigo soy yo.

Ana Vázquez
(Segovia -España)

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"Aún una vida feliz no es factible sin una medida de oscuridad, y la palabra felicidad perdería su sentido si no estuviera balanceada con la tristeza. Es mucho mejor tomar las cosas como vienen, con paciencia y ecuanimidad"

〜※Carl Jung※〜